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La acuarela: La magia de lo incontrolable

Por Lucía Ares, profesora en Escuela iONA


La acuarela es una técnica particular. Amada por muchos, detestada por muchos también. Hace que los impetuosos luchen contra su impaciencia y fuerza a jugar y a experimentar con lo incontrolable. Todo un desafío para quien espere tener el total control de lo que va a suceder en la superficie del papel. Y es que, uno de los encantos de la acuarela es precisamente lo accidental, el azar. Este rol, el de protagonista rebelde, lo ejerce el agua.


Para dominar la acuarela es necesario mucho tiempo de experimentación. Hay que conocer cómo absorbe el papel que vamos a utilizar, pues tenemos una gran variedad de gramajes y características que condicionan la forma de trabajar. Unos papeles mantienen durante más tiempo la superficie húmeda, lo cual nos permite más tiempo para maniobrar (los papeles tradicionales de acuarela), mientras que otros, nos fuerzan a intervenir en un tiempo récord porque secan a gran velocidad o directamente no permiten que el agua se reparta o filtre, sino que forma pequeños "lagos" o directamente se ondula. Tenemos que investigar qué sucede cuando tengo más cúmulo de agua sobre la superficie de mi papel o cuál es el punto de humedad óptimo para tener un mayor control de lo que voy a hacer o cuánta cantidad de pigmento necesito para conseguir cubrir un espacio.




Pruebas para conocer distintos efectos según la humedad del papel y la cantidad de pigmento



Es por esto, que al principio tenemos que ir con la mente abierta a errar, o ni siquiera debemos considerarlo un error, sino un proceso de investigación para conocer qué sucede cuando hago "x" movimiento e ir asimilando todo lo que veo en esa exploración.

Una vez voy conociendo cómo reacciona la pintura, el papel y el agua en diferentes cantidades y circunstancias, es cuando podemos prever qué va a suceder, y es ahí cuando haremos nuestro lo accidental, o por decirlo de otra forma, sabremos provocar el accidente que nos conviene según el efecto o textura que quiero conseguir.


Una vez conozcamos las artimañas de la acuarela y forcemos esos "accidentes", podremos ejercer de "espadachines", tocar el papel menos veces pero de forma más certera para que el agua tiña de forma "accidental" aquello que queremos. Con esto, te animo a que luches contra la frustración, y profundices en conocer la "personalidad" de tus materiales. Si logras superar estos obstáculos te convertirás en cómplice de lo inesperado y disfrutarás de la magia de la acuarela.




Acuarela del artista chino Ping Long









Fuentes:

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