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Extraescolares: "Enseñanza de segunda"

Por BEATRIZ TAPIA

Profesora titular de la escuela iONA



El artículo de hoy es una pequeña reflexión personal sobre lo que me he ido encontrando a lo largo de estos años como profesora y que quiere tener como fin un llamamiento a la empatía. Quiero hablar de mi experiencia como profesora en actividades que formalmente se denominan como “enseñanzas no regladas”.


No hace falta que explique las diferencias formativas y curriculares que existen entre las enseñanzas en colegios, institutos, universidades… y lo que comúnmente conocemos como extraescolares.


Es obvio y entendido por todos, la importancia y el lugar que ocupan cada una de ellas en las vidas de cada persona que las estudie y/o practique.

Los estudios reglados son un derecho y una obligación que nos sirven para formarnos, para obtener títulos y llegar a lo que algún día soñamos ser profesionalmente. Por el contrario, las enseñanzas no regladas o extraescolares, son opcionales y principalmente enfocadas como un refuerzo a nuestros estudios o como una actividad de ocio.



En cualquiera de los dos casos, se imparte una enseñanza. Es decir, hay una intención y un interés por aprender. Es por tanto que, sean regladas o no, se da la misma estructura en la actividad, es decir, hay profesorado y hay alumnado.


En los centros educativos mientras se imparten las materias obligatoria, existe en las clases un respeto, un orden, un “cumplir con las normas” que, desde cada individuo personalmente y desde su entorno, todo el mundo asume que esto tiene que ser así, y punto. Esto parece perfectamente asimilado cuando se trata de los estudios obligatorios. Sin embargo, parece desvanecerse cuando a extraescolares se refiere y más concretamente en actividades creativas.


En las enseñanzas de extraescolares, el ambiente es más desenfadado, más relajado. Pero sigue habiendo una autoridad, unas normas que cumplir y una programación que desarrollar. Lo que en muchas ocasiones me encuentro, es un alumnado que entiende que la extraescolar no es una clase al uso y, por tanto, vale todo. En muchas otras ocasiones me encuentro, además, con una justificación (un poco cogida con pinzas, a mi entender) que dice: “para el alumn@ es una actividad de desfogue y relajación tras una dura jornada de estudios”. Y lo cierto es que estoy de acuerdo y lo aplaudo. Es maravilloso que se elijan actividades extraescolares como entretenimiento, desfogue y relax que nos hagan sentir bien y desconectar, pero recordemos que es una clase a la que también se va a aprender.


El desfogue y el relax no está reñido con el saber estar y el respeto hacia esa figura que te va a transmitir sus conocimientos sobre la materia, ya sea en una clase del centro educativo, en un pabellón deportivo, en un centro externo…


Yo no hablo de exigencia hacia los alumn@s, no hablo de alcanzar cierto nivel en cada actividad, no hablo de una carga extra en los estudios. Yo no hablo de aptitud sino de actitud. Hablo del respeto y cumplimiento de las normas básicas como en cualquier otra asignatura.


Es por ello que pienso que las extraescolares son despectivamente catalogadas como “enseñanzas de segunda”, que reciben una injusta infravaloración generalizada. Y creo que esto ha de cambiar. Primero, empezando por empatizar con el profesorado, y segundo, teniendo la certeza de si lo que se imparte en esa clase, además de ser un espacio de ocio y desfogue de la rutina, es de interés real para el alumnad@.

 

 


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