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Cuando conviertes tu pasión en tu trabajo




Vive y disfruta cada segundo del día es una de las frases con las que he crecido y que mi madre sigue repitiendo.


Desde que empecé a plantearme en lo que quería trabajar, en que quería emplear mi vida, había una cosa que para mí era imprescindible: quería despertarme y poder hacer que cada día fuera diferente y creativo, muy creativo.


Desde que tengo conocimiento recuerdo lo fascinante que me parecía el arte. Por suerte he crecido rodeada de personas que tenían esta misma inquietud, desde mi hermana mayor que me hacía dibujos con los que me sorprendía al despertar, hasta mi padre con sus rotuladores y acuarelas, diseñando interiores en su enorme mesa de dibujo. Para mí eso era magia, ¡¡cómo podía dibujar sin fijarse en nada!! Simplemente las ideas surgían de su cabeza.


A medida que me iba haciendo mayor me preocupaba el “poco poder de concentración para estudiar” que tenía, pasaba una mosca volando y me ponía a dibujarla y de los tachones en mis esquemas de física surgían ilustraciones. Finalmente me di cuenta de que era imposible luchar contra eso, de que no es que no pudiera concentrarme, sino de que en toda pequeña oportunidad que tenía mi subconsciente me guiaba hacia las Bellas Artes. Además, en el Instituto tuve la suerte de tener un profesor de dibujo que me motivó enormemente, Jose Luis Mallenco, y ya nada pudo luchar contra ese destino.


Tras finalizar los estudios de Bellas Artes, sales de la universidad un poco perdida, has dedicado 5 años de tu vida a estudiar y a trabajar aquí a allí para pagarte los proyectos que han surgido y los estudios, pero ahora todo cambia, hay que enfrentarse al mundo laboral real.


Un viaje a una isla escocesa, la isla iONA, me dio otro empujón muy oportuno. Allí conocí a varios artistas que se dedicaban a lo que más les gustaba en la vida, y yo no había llegado hasta allí para dedicarme a otra cosa, si no surgían oportunidades las crearía yo misma. Sentía una gran necesidad, una gran ilusión, la Pintura me llenaba tanto que me sentí obligada a transmitirlo, a darlo a conocer, a hacer de las Artes Plásticas parte de la vida de otras personas.


Estar trabajando 8, 10 horas cada día y que no me apasionara lo que estaba haciendo para mí no tenía sentido. Hay otros momentos de mi tiempo en los que me he visto sobrepasada, casi sin darme cuenta, entro en un bucle infinito: hablar de arte, leer sobre arte, estar andando por el campo y pensar que lo que estoy visualizando me sirve para una clase o hacer fotos porque lo que estoy viendo le puede servir a una alumna para la obra que está realizando. Un bucle del que tengo que salir a veces obligada porque si no termino exhausta, bucle que intento controlar pero que a veces gana.


Seguro que os ha pasado que estáis haciendo algo y perdéis la noción del tiempo, pues a mí me pasa continuamente pintando, más de una vez se me ha dormido la mano de sujetar la paleta o se me ha olvidado comer, cuantas veces he dejado de pintar y me he dado cuenta de que era de madrugada; esto también me pasa en mis clases, no mirar el reloj y no pensar: por favor que pase rápido, para mi es algo importantísimo. Quiero vivir cada segundo de mi tiempo feliz y emocionada con lo que hago. La sensación de terminar una obra o de impartir una clase donde ves que l@salumn@s salen emocionad@s, es lo que me hace sentir plena y os aseguro que no lo cambiaría por un trabajo en el que cobrara el doble o en el que hiciera la mitad de horas de las que hago.


Mi Pasión, Mi Trabajo y Mi Vida, una misma cosa.



Coral De Rus Quero,

Directora de formación y profesora en Escuela de Arte iONA



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