Por Lucía Ares, profesora en Escuela iONA
Los artistas contemporáneos son frecuentemente incomprendidos por el público general. Cuando digo artistas contemporáneos, me refiero a muchos de los artistas que dieron rienda suelta a su creatividad allá por la primera mitad del siglo XX, y a los que continúan haciéndolo en nuestros tiempos. Aún resultan futuristas aquellas creaciones que datan de un siglo atrás. En su momento, gran parte del público, acostumbrados al neoclasicismo, tan racional, tan similar a lo que el ojo ve, rechazó aquel arte por la incomprensión que generaba. Y es que desechar aquello que no se controla, que no se comprende, es algo que se repite en el ser humano generación tras generación. Pocos son los que están dispuestas a abrir la mente, a poner en cuestión todo lo aprendido, a desligarse de las certezas y encontrarse con otros mundos inciertos ( y quizá maravillosos). Sigue siendo también muy habitual asociar el valor de una obra artística al tiempo empleado en su desarrollo. No sucede sin embargo con la música, o al menos nunca he escuchado a nadie cuestionar cuánto tiempo le ha costado desarrollar una canción. Muchas melodías o letras icónicas nacen de un momento de "iluminación", sale esa frescura espontánea de algún lugar del cerebro, eso que llamamos inspiración, como esa ola perfecta a la que esperan con anhelo los surfistas.
Obra textil y autorretrato de la artista Gertrud Arndt (1903- 2000)
Debemos educar la mirada, observar con detenimiento los diferentes movimientos artísticos y las aportaciones de cuantos más artistas posibles, desde los primeros bípedos que decidieron representar aquello que veía en las paredes de una cueva hasta los artistas más actuales, los que nos rodean. Entender cómo el desarrollo de la tecnología, el estilo de vida y los cambios sociales afectan también al tipo de arte que se genera en ese mismo momento. Hace ya tiempo que junto a la tradicional pintura, el dibujo o la escultura conviven otros géneros como la performance, el videoarte, la instalación, el arte digital. Negar o denostar estas formas de arte es querer anclarse en un pasado que no volverá, es resistirse a una naturaleza que por definición siempre es cambiante. No digo con esto que todas aquellas obras de otros géneros sean buenas por sí mismas, si no que si están bien ejecutadas, y con el bien ejecutadas me refiero a que son coherentes con aquello que el/la artista quiere transmitir, pueden tener tanto valor artístico como los géneros tradicionales.
Pero...¿Cómo sé qué es arte y qué no?, ¿Es el arte totalmente subjetivo? El querer conocer con certeza absoluta el valor de algo, (cuando el valor es un concepto muy subjetivo) es autoengañarse para lograr sentir esa seguridad, ese control siempre añorado. Sin embargo, el arte, como todos los campos, tiene unos preceptos, unas premisas, una historia, y unas reglas que considero fundamental conocer para tener un mayor criterio de entendimiento y de elección personal. Quienes visiten el Partenón de Atenas sin conocimiento previo de la historia del arte y de la historia en sí misma, nunca tendrá la mirada, ni sentirá lo mismo que lo que sentirá una persona apasionada y con conocimientos previos. Es necesario entrar en el papel, querer ver. En mi opinión, una obra de arte tiene mayor calidad cuanto mayor es su capacidad para transmitir aquello que su autor/a siente o piensa.
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