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El movimiento efímero

Por Paula Rodríguez, profesora en Escuela iONA



Una de las características del arte plástico, como el dibujo, la pintura o la fotografía, es su capacidad de generar una imagen que puede perdurar en el tiempo. A día de hoy podemos ver pinturas rupestres, visitar las pirámides de Egipto, contemplar escenas de pinturas del renacimiento, o fotografías del siglo XIX.

Sin embargo hay otras artes que no tienen estas características, y es el caso en concreto de la danza.


Pinturas rupestres de Gobustan, pintadas en el período mesolítico en la Edad de Bronce.



El movimiento, y en este caso la danza, ha sido expuesta por miles de años en teatros cumpliendo así con su finalidad total, generar una experiencia para ser vista por otros en un tiempo concreto y generando ciertas sensaciones, reflexiones o emociones en su público. Cuando este objetivo se cumplía, el espectáculo tenía su fin y en todo caso se continuaba con su representación en diferentes lugares.


A posteriori, el movimiento también ha querido ser capturado, ya no solo para generar una experiencia frente a un público, sino que hubo un momento en el que esos observadores querían capturar y recoger de alguna manera lo que estaban viendo desde fuera, por ello el movimiento ha sido dibujado, como una manera de materializar el carácter efímero del mismo.



“La danza de la vida humana”, de Nicolas Poussin 1636.



Cuando el bailarín bailaba, había un artista plástico que desde fuera capturaba lo que percibía, desde su visión y realidad propia, y la persona que bailaba no podía capturar por sí mismo la experiencia que estaba viviendo. Y así es como generalmente ha sido recogido el movimiento, desde fuera y por otros.


A diferencia de otras artes visuales, la danza, sin embargo, parece desvanecerse en el pasado a cada instante que pasa. La característica fugaz del movimiento ha hecho que sea difícil de estudiar.

Rudolf Laban maestro, coreógrafo y teórico austro-húngaro de danza moderna desarrolló un método para poder registrar mediante símbolos el movimiento de la danza en el espacio, pero la complejidad del mismo ha supuesto una dificultad de capturar todos sus detalles, es por ello por lo que la invención de dispositivos tecnológicos como la fotografía y la cinematografía, han hecho posible recoger de alguna manera los movimientos tan rápidos y a veces imperceptibles a la vista.



Obra de Rudolf Laban, esquema para realizar un análisis del movimiento.



La fotografía y el cine, supusieron una revolución en la forma de la relación entre la imagen y el mundo, y por ende con la danza. Como las imágenes creadas por Georges Méliès, ilusionista y cineasta Francés, en las cuales observamos imágenes en movimiento y en donde el teatro pasó a formar parte de una representación en vídeo.

Aun así, siguen apareciendo desde ese análisis o mirada externa.


"Un viaje a la luna", de Georges Méliès, 1902.




Como sostiene Berger, J. (1972: 8), “Lo que sabemos o lo que creemos afecta a cómo vemos las cosas” y continúo citando al autor, solo miramos como un acto de elección, por lo tanto, solo vemos aquello que decidimos mirar.

Considero que dentro de todas las cosas que pueden estar ocurriendo mientras el bailarín danza, el artista externo que captura ese movimiento (ya sea mediante la fotografía, el video, o cualquier otro método de representación ) está viendo sólo aquello que decide mirar y, como dice Berger, J “Nunca miramos una sola cosa, siempre miramos la relación entre las cosas y nosotros mismos “(1972: 9). Por ello la imagen que captura o representa ese observador externo habla más del mismo observador que de la acción vivida por el bailarín/ “movedor”. Esto lo podemos ver muy claro cuando vemos a alumnos de la escuela dibujar el mismo elemento y todos los resultados son distintos.



Imagen coreografía de Pina Bausch



Es por ello que considero que las pinturas de las bailarinas de Degas, las imágenes que se conservan sobre danzas egipcias, representaciones en cerámica mosaicos sobre danzas tradicionales alrededor del mundo, hablan más de la percepción del artista plástico que las representa, que de la experiencia que viven los bailarines en si, aun así ellos tienen el poder de dejar huella de la experiencia sensorial y efímera que podrían percibir como espectadores desde fuera, y cómo se contagian de estas emociones o sensaciones que los danzantes trataban de despertar en ellos.



Pintura de danza pre funeraria en época predinástica egipcia



"Ensayo de Ballet”, de Edgar Degas 1876












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